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Recursos Naturales

El agua no se termina

El agua no se termina

Del Libro Almanaque Escuela Para Todos 2011


Los primeros seres vivos aparecieron en el agua hace unos 3 mil 800 millones de años. Esos primeros seres vivos eran diminutos como microbios.

 

 

Muchos hombres de ciencia creen que hace unos 4 mil 500 millones de años nuestro planeta era una inmensa bola ardiente. Con el tiempo, esa inmensa bola se fue enfriando, y poco a poco, el agua en forma de vapor fue saliendo a través de las grietas y volcanes. Todo ese vapor formó las primeras nubes. De esas nubes cayeron los primeros aguaceros. El agua fue llenando las partes más hondas y así aparecieron lagos y mares.

Otros científicos piensan que el agua llegó con los cometas que durante millones de años han caído en la Tierra. Los cometas son astros formados por hielo, polvo y rocas. Tal vez los unos y los otros tengan razón: parte del agua se formó con la Tierra y otra parte vino con los cometas desde el espacio.

El agua se puede encontrar en forma líquida, sólida o en forma de gas. En forma sólida aparece como hielo o nieve y en forma de gas, cuando se convierte en vapor.

La Tierra, desde muy lejos, se ve azul porque tiene mucha agua. Por eso los primeros astronautas le pusieron el nombre de Planeta Azul.

Si pudiéramos poner toda el agua del mundo en inmensos estanques que midieran un kilómetro de largo, uno de ancho y uno de profundidad, necesitaríamos unos mil 385 millones de estos estanques para poner todo ese líquido. Es difícil imaginar esta enorme cantidad de agua.

Supongamos ahora que toda el agua de nuestro mundo se pudiera poner en un estañón o tonel de 200 litros. En este caso, 194 litros del estañón serían agua salada de los mares; el resto, o sea 6 litros, serían de agua dulce en lagos, ríos, agua subterránea, hielo, nieve y el agua de las nubes.

Todos los días el Sol calienta la tierra, las plantas, los animales, ríos, lagos y los grandes mares. Los mares cubren casi tres cuartas partes de la superficie de nuestro planeta. Con el calor del Sol, el agua líquida se convierte en vapor.

Gran parte de ese vapor sube hacia zonas más altas. Ahí, a grandes alturas se forman pequeñísimas gotitas de agua. Esas gotitas de agua forman las nubes, que finalmente caen en forma de lluvia.

Esta agua es aprovechada por las plantas y los animales. Hasta los más pequeños microbios necesitan de este importante líquido para vivir. Un animal pequeño o una planta pequeña necesitan poca agua. Una mata grande de maíz necesita botella y media diariamente, pero un gran árbol de sombra puede necesitar hasta 600 botellas de agua por día.

Una cantidad considerable del agua de lluvia que empapa los terrenos, se evapora y sube de nuevo a la atmósfera en forma de vapor de agua.

Del total de agua dulce del planeta, casi el 80 por ciento está congelada en los polos y las altas montañas.

Otra parte del agua de lluvia se filtra a través de las capas de la tierra y llega a formar depósitos de agua subterránea, que muchas personas sacan por medio de pozos. El agua subterránea generalmente no llega a una profundidad mayor de 700 metros, aunque han encontrado agua a 3 mil metros de profundidad, mientras perforaban pozos para sacar petróleo.

Gran parte del agua de lluvia que cae en tierra forma los ríos, que luego van a dar a los lagos o al mar. El famoso río Amazonas, en América del Sur, recibe las aguas de unos 15 mil ríos. En este río viven unas 3 mil especies de peces, además de otros animales. En ningún río del mundo viven tantos peces. Y al desembocar en el Océano Atlántico, el agua dulce del Amazonas penetra unos 300 kilómetros en el agua salada del mar, sin revolverse.

Desgraciadamente, muchos ríos y nacientes de agua están siendo contaminados con aguas negras, basura y productos químicos. Algunos países, como por ejemplo Inglaterra, han logrado recuperar ríos famosos, como el Támesis que atraviesa Londres, la capital de ese país. Ese río se había convertido en una gran cloaca donde no había vida, pero actualmente, después de haberlo limpiado, viven en él unas 125 especies de peces. Además, el río es de nuevo el deleite de la gente.

El agua nunca se termina; siempre es la misma, simplemente vive viajando de un lugar a otro en lo que llaman el ciclo del agua. Aunque el agua que había en la época de Jesucristo hace como 2 mil años es la misma que hay ahora, la población sí ha aumentado.

El río Támesis tiene unos 340 kilómetros de largo. Al pasar por Londres, capital de Inglaterra, mide como 275 metros de ancho. Es la principal fuente de abastecimiento de agua de la ciudad y es una vía importante de navegación.

En tiempos de Jesucristo la población mundial era de unos 300 millones de personas. Actualmente la población del mundo es de unos 6 mil 800 millones. Además, ahora se usan millones de toneladas de jabón, detergentes, plaguicidas agrícolas, derivados del petróleo y otros productos químicos que contaminan el agua.

Aunque la cantidad de agua sea la misma, cada día hay menos agua limpia. Esta es una situación delicada, principalmente porque de cada 100 litros de agua que hay en nuestro mundo, menos de un litro es agua dulce en estado líquido. Para purificar el agua contaminada es necesario construir grandes plantas de tratamiento que cuestan mucho dinero. Por su costo, generalmente son los gobiernos de cada país los que tienen que asumir la construcción de esas plantas, lo cual sube el costo del agua que recibimos a través de las cañerías.

Pero hay una gran planta purificadora que no cuesta nada: es el Sol. Sin descansar nunca, separa el agua pura de todo lo que la contamina y la levanta a grandes alturas. Desde ahí, cristalina y pura, siempre vuelve, en un ciclo interminable que sustenta la vida en la Tierra.


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